miércoles, 9 de febrero de 2011

Mis origenes

Hoy os hablaré de mi tierra de origen, porque no siempre he pertenecido a Orkrank. Vengo de una tierra muy lejana que se encuentra al otro lado de las Murallas Negras, como aquí las llaman. Allí son conocidas por el ancestral nombre de Fla-uberd, lo que en la lengua común quiere decir el "Cinturón del Oeste". Mi tierra se extiende a lo largo de las Murallas Negras hasta otra cadena montañosa casi paralela que llaman Dla-uberd, o lógicamente y como habrán podido imaginar, "Cinturón del Este". Las dos imponenetes cordilleras corren en dirección sur hasta llegar al mar, pero nunca sin encontrarse, y hacia el norte hasta perderse en los páramos yermos donde nada se cultiva y todo es hostil.

A cada lado de aquellas montañas está Rezbeom, la Gran Pradera, el pueblo de los recebitas. Es un lugar demasiado tranquilo para mi gusto. Lo que más recuerdo son los fortísimos vientos que entraban del mar y subían de sur a norte recorriendo el país, trayendo lluvias y riqueza a los campos. Las espigas del trigo allí son más altas que los hombres y los ganados y bestias salvajes lucen enormes cornamentas, que son el orgullo de los pueblos y emblemas de los blasones nobiliaros: ciervos, corzos, muflones, toros... los necesitan para protegerse de las formidables aves que amenazan con comérselos. Sorprende ver como un quebrantahuesos alza uno de estos y lo lanza por los aires.

No todo allí es tan grande como os digo, los recebitas de hecho somos personas de una estatura pequeña, o mediana. Al igual pasa con nuestras edificaciones, exceptuando los molinos de viento, todas las casas son pequeñas y aunque os pueda parecer cursioso están cabadas en colinas y montañas. Allí no hay como aquí, grandes casas de madera y piedra, con tejados de pizarra o tablas. Las casas están hechas al abrigo de la tierra, la cual horadamos para refugiarnos en ella. En los Cinturones del Este y del Oeste de hecho, hay grandisimas ciudades casi deshabitadas que están construidas en la roca de las montañas y que sirvieron de refugio a mi gente en tiempos peores en los que la gente temía salir al llano. Hoy en día muchos vuelven allí durante los inviernos más crudos y se instalan con sus ganados o cosechas ya que aquellos bastiones pueden albergar poblaciones inmensas.

Apuesto a que pronto empezarán los preparativos de la mejor fiesta del año. A la llegada de la primavera la gente vuelve a vestir las aspas de los molinos con lonas de color amarillo, rojo o naranja, y las familias fabrican grandes cometas azules y blancas que las hace volar con los vientos cálidos que empiezan a llegar del sur.

Según cuenta la tradición las cometas representan al Dios de la Lluvia, Flugro, que fue invitado a cenar a casa de un hombre cuyos campos se habían secado y su ganado estaba extremadamente delgado por culpa de la sequía. El huesped se sentó a la mesa y frente a él pusieron un plato con piedras y cardos y un vaso de arena del río. Flugro montó en cólera pues le habían prometido los mejores manjare de la tierra y a cambio de esa oferta solo tenía piedras y hiervas secas. Se dispuso a levantarse de la mesa pero no pudo, los hijos del campesino astutamente lo habían atado a la silla y la familia al completo rodeó al Dios y le juzgaron por no cumplir con su misión de llevar el agua a los campos y por ser vago y despreocupado. No aceptó ninguna de aquellas acusaciones, se zafó de las cuerdas y salió huyendo hacia los cielos, pero un certero lazo lo amarró del cuello. En el forcejeo entre Dios y campesinos, Flugro pidió ayuda a su hermano el rayo y este lanzó uno de sus luminosos dardos para cortar la cuerda. Krimos era bastante torpe y lanzó el dardo con tan mala suerte que acertó a Flugro y se deshizo en un millar de gotas que trajeron de nuevo la riqueza a los campos y a sus gentes.

Es por ello que hasta el día de hoy las gentes lanzan cometas al cielo y gritan a Krimos imitando a su hermano para que lance los rayos que desaten la lluvia sobre las cosechas. Mientras tanto rezan y hacen alabanzas a los demás dioses de las nubes y el viento. Y cuando se desata la lluvia corren todos a casa a festejar el comienzo la llegada de la primavera.

Estas son muchas de las cosas que os puedo contar de Rezbeom, pero me voy a reservar las mejores para otra ocasión si no os molesta.

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